¿Qué lleva ahí?


No es raro que en los aeropuertos escuchemos mencionar nuestros nombre por los altoparlantes, Lindo sería que fuese para felicitarnos o hacer notar nuestra presencia al resto de los pasajeros, pero no es así.
Nos llaman para revisiones de equipaje. Viajamos con “cosas raras”, no son maletas llenas de ropa o regalitos para la familia; viajamos con artefactos diabólicos como guitarras y bajos. Dispositivos misteriosos y atemorizantes como interfases de sonido o consolas de audio; incluso con elementos que no parecen tener utilidad en este planeta como son los platillos.
A mi, personalmente, me llamaron varias veces para revisar una caja plastica en la que llevo cables, pedales para los teclados, una pequeña consola y otras cuestiones.
Siempre es gracioso cuando el policía de turno me pregunta para qué sirve todo eso y hace un esfuerzo sobrehumano para tratar de entender mi explicación. En ocasiones digo “son equipos de sonido” y parece alcanzar para aclarar toda duda al respecto.
Menos simpático fue el que decidió comprobar si la guitarra de Pablo llevaba algo peligroso dentro y comenzó a agitarla. De nada sirvieron las suplicas para que deje de hacer eso ya que esa guitarra era solida y que costaba como seis meses del salario del agente.  La revisión termino con la rotura el switch selector de micrófonos.
En un viaje a El Salvador, una somnolienta emleada de la inea aerea llamo a nuestro baterista, Frank Guerrero para una revision de su equipaje. Bajó las escalreas junto a otros cuatro pasajeros, con esa mezcla de temor, vergüenza y fastidio que tenemos todos en esa situacion, y con la resignacion que nos consuela.
Temor que nos infunden las películas y documentales donde aparecen cosas en el equipaje de una persona inocente que lo terminan involucrando en un asunto extremadament grave. La vergüenza la produce la cara con que nos mira el resto del pasaje. Piensan “aha! Estos rockeros segurisisisisimo que andan es algo raro. Sino ¿por qué los llaman?”. Fastidio porque nos obligan a movernos cuando podríamos seguir derretidos como galetina en los incomodos sillones del aeropuerto.
El policia comenzó a revisar la caja de platillos de Frank como si perteneciese a una pelicula de ciencia ficcion. No le fue necesario preguntar qué era eso ya que, aunque nos pueda sorprender, cualquier policia respetable sabe reconocer un pltaillo.
-       ¿Y usted de qué trabaja? – le preguntó.
-       Soy músico.
-       Ah, ¿pero no tiene un trabajo normal?
-       Sí. Trabajo de ser músico. – contestó Frank.
La conversación derivó en satisfacer la intriga del protector de la ley sobre cómo eran las giras, pero esa parte se la pueden imaginar liberándome de tener que escribirla.

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